El COVID en Latinoamérica

Publicado el 15 Junio 2020 en la categoría Cultura, General | Sé el primero en comentar

Si vives en España, seguro que ya has ido a comprar o te has reencontrado con tus seres queridos, puesto que las medidas de restricción se están relajando.

Sin embargo, en Latinoamérica la realidad es otra. Las cifras siguen creciendo en muchos países, y es posible que se produzca un empeoramiento ahora que llega el invierno en el hemisferio sur. En Bolivia, por ejemplo, se registran más de dieciséis mil casos, con quinientos treinta y tres fallecidos.

No queremos limitarnos a dar cifras, ya que estas las puedes conseguir fácilmente en Internet. Queremos contarte que la situación es muy diferente allá, no solo por el número de contagios, sino por las circunstancias que rodean el confinamiento necesario para reducirlos. Seguro que conoces, o lo has vivido tú mismo, personas que han tenido que teletrabajar y que además han ayudado a sus hijos con el colegio en casa. Clases por videoconferencia, trabajos entregados telemáticamente, correos a los profesores… Queremos compartir contigo el testimonio de estas familias peruanas que, al no poder acudir al colegio, también han tenido que teletrabajar con sus hijos, pero de una manera muy diferente.

 

 

También queremos transmitirte este mensaje que nos llegó hace unos días desde Tapachula, México, agradeciendo enormemente a la persona que nos lo envió el que podamos compartirlo con todos vosotros. Esta vez, desde Embarrados solo queremos actuar como megáfono para amplificar estas experiencias que, quizá, de otra manera no os llegarían. Os animamos a compartirlo con todo aquel a quien pueda interesarle cómo se vive esta pandemia en otros países.

Amigos, comparto con ustedes el testimonio de un amigo pediatra atendiendo casos de COVID en Tapachula. Solo el 55% de las personas que ingresan a los hospitales logra recuperarse* y hay un número muy elevado de médicos y personal sanitario  muriendo contagiados todos los días. Solo hay 3 hospitales en Tapachula, los 3 ya sobrepasados y con gente muriendo en la calle esperando un lugar para ser atendido. Las lluvias colapsaron los techos de dos de ellos, no hay oxígeno, no hay medicamentos… no hay ni batas suficientes. Hasta el personal de limpieza ha tenido que comprar sus propios trajes de protección.

Estamos esperando la llegada de una caravana más, esta vez de población haitiana, africana y cubana que se ha quedado varada en Honduras, en situación de calle.

*En España, en el hospital de Fuenlabrada, ha habido un 89% de pacientes ingresados recuperados.

“Aca vamos de nuevo, la humanidad se ha visto superada frente a esta pandemia.  Desgraciadamente este virus no solo nos ha traído una crisis sanitaria, también nos ha golpeado en el ámbito emocional, laboral, educativo y sin duda alguna en lo económico a toda nuestra población sin diferencia de profesión  o especialidad. Este conjunto de problemas es mejor conocido como una catástrofe, sin ser exagerados.

Como cirujano pediatra que soy, tengo la oportunidad de trabajar en instituciones gubernamentales como es el Imss, y esta institución a todos los médicos sin excepción nos ha direccionado a presentarnos a apoyar a los médicos encargados de los pacientes  con covid19 ya que es insuficiente el personal de salud para atender estos casos tan graves que a muchísima gente lleva a la muerte. Soy sincero y al principio no deseaba acudir a las unidades de hospitalización covid19. Deseaba, como todos, quedarme en casa, protegerme, cuidarme y cuidar a los míos. Mi esposa e hijos aún pequeños.  Pero ni hablar, por mi profesión hay personas que también necesitan ser ayudadas y atendidas en los momentos más difíciles y críticos de su vida, y muchas veces, el final de su vida. El primer día que acudí al hospital Imss covid entre con lágrimas en los ojos, de miedo

Al ingresar es indescriptible el aire que se respira de estrés de todos los trabajadores del hospital y a ser sincero, sentí un poco más de tranquilidad, no era el único con miedo. La preparación en los vestidores, quitarse la ropa de calle, ponerme ropa quirúrgica que antes solo usaba para operar bebés y niños menores indefensos y con enfermedades recuperables, ahora a ayudar a  personas adultas y de tercera edad que su vida estaba entre la vida y la muerte; los líderes de grupos encabezados por médicos intensivistas, neumólogos e internistas nos explicaban la manera de vestirnos y prepararnos con gorros, pijamas desechables, caretas, gogles (gafas), cubrebocas gruesos y poco cómodos, guantes y botas, en resumen 30 -40 minutos para ingresar al área covid bien protegidos. Ahora a ingresar a las famosas áreas covid.

Mi sala (de 24 pacientes) estaba a cargo del líder,  un internista, de 24 pacientes, 12 intubados y 12 graves no intubados. Era obvio que nuestro compañero internista necesita muchísimo apoyo.  Nuevamente recordé mis primeros años de medicina, “sacar muestras, tomar gasometrias, checa el resultado de este estudio, fecha de la última Rx, haces las notas de estos pacientes, corres indicaciones” y al iniciar mis actividades y ver al adulto postrado, inmóvil, intubado, con múltiples sondas y cateteres, el monitor con el sinfín de números por la inestabilidad hemodinámica y ventilaroria era difícil creerlo, porque a donde volteara, todos los pacientes estaban igual, sumamente graves. Inicio mis actividades y empiezo con los más graves, o sea todos, a tomar gasometrias arteriales, obviamente se me facilitó porque yo estoy entrenado para valorar y manejar recién nacidos y niños, tomo la jeringa de insulina e introduzco la aguja y esa sensación de taquicardia al ver qué la jeringa se llenaba de sangre y emoción de que ya tenia un pendiente menos. Recordé mi inicio de residencia y cómo me dijo mi esposa “te enamoraste nuevamente de la medicina”. 

Creo que no existe otra definición más acertada que esa. “Me enamoré nuevamente de la medicina”.

Llevar los resultados con el internista y esperar y ver que me decía, sus conclusiones no cambiaban con los pacientes. “Está muy grave y ojalá Dios quiera y mejore”.  Y así sucesivamente, grave, grave, grave. Al terminar a hacer notas, indicaciones, y preguntar qué más hacer. No se me olvidará el primer día, Don Carlos, jubilado del IMSS, entregó 28 años de su vida laboral a esa institución, no intubado, pero con disnea severa, saturando al 78-80% con 15 lts de oxígeno, se acerca el internista a decirle “Don Carlos lo vamos a intubar, ya está usted muy cansado”, a lo que contesta: “No doctor, si me intuba me puedo morir, yo quiero seguir viviendo, me pongo de lado o boca abajo y usted verá que mejoro”. Con ese simple esfuerzo de hablar su saturación bajó al 60%. “Ok, Don Carlos”.

Lo ayudamos a ponerse boca abajo y obviamente la saturación siguió igual; en ese momento ingresaron 3 pacientes muy graves, se intubaron, se conectaron a ventilador mecánico, dos de ellos no sobrevivieron más de 30 minutos. Otro paciente no intubado tuvo deterioro súbito y se intubo y de igual manera, no sobrevivió. Una hora después me llama Don Carlos y me dice “Doctor, quiero que me intuben, ya estoy muy cansado” y enseguida acudo con el internista y le dijo “líder, don Carlos ya quiere intubarse”, exclamando y diciendo, “qué bueno, ese señor puede salir a sus 62 años”. Solicitamos el ventilador para iniciar la intubación y nada, nos avisan que en ese momento no tenían circuitos estériles y que estarán hasta en 2-3 hrs. Así que la intubación “a tiempo” tenía que diferirse.  Nos acercamos a explicarle a Don Carlos y nos contesta, “¿pero como Doctor? No es posible, yo quiero vivir, tengo dos hijos profesionistas y 4 nietos, le dediqué mi vida al IMSS y tengo derecho a vivir”. Es correcto todo lo anterior.

Pero ellos no entendían aún lo que nosotros veíamos. Tenía que esperar.  El internista vio lo que era inevitable y sacó su teléfono y le marco a su esposa y le comentó la gravedad de salud de Don Carlos, le hizo una videollamada y él pudo comunicarse con su Familia, los suyos, esposa e hijos, don Carlos apenas podía hablar, toda la familia del otro lado del teléfono lloraban y le gritaban palabras de aliento, dos horas más tarde llegaron los circuitos y afortunadamente se intubó a don Carlos. 4 horas después esa cama ya la ocupaba otro paciente igual de grave.  Don Carlos ya estaba con Dios

A la hora de salir del área covid, un ritual muy similar al del ingreso pero con una técnica completamente establecida y desconocida por mi, la de mayor cuidado, un movimiento en falso y te contaminas por SARS-COV2, aseo de manos con clorhexidina, retiro de primeros guantes, aseo de manos, retiro de batas, aseo de manos y así sucesivamente hasta retirarte el cubrebocas y botas y pasar al “área menos contaminada”.  Tardas 40 minutos en desvestirte correctamente. Sales exhausto física y moralmenteContento de haber ayudado a la gente que en ese momento te necesita y a tu compañero internista que sin tu apoyo su trabajo hubiese sido imposible. 

Ver 24 pacientes graves es imposible físicamente y moralmente es indescriptible. Al día de hoy más de 100 pacientes hospitalizados en IMSS-CoVID.  A retirarse pijamas contaminadas y bañarse a las regaderas con abundante jabón todo el cuerpo para ponerse la ropa de calle y checar la salida con biometrico.  Al salir y caminar en el estacionamiento hacia mi auto, no podía creer lo que había vivido, tantas personas graves en mi ala covid, tantas personas que mueren por la enfermedad infecciosa. Gente como nosotros, con una familia, que los esperan en casa, con proyectos y aspiraciones, con hijos y nietos que cuidar.  Ya eran las 8.45pm y lo acepto, se me llenaron los ojos de lagrimas nuevamente ahora no por miedo, por tristeza de ver que el panorama es desolador.  Y así mis días subsecuentes.  Exactamente iguales, que a decir verdad, no los quiero recordar. Se nos está muriendo nuestra raza de oro, a aquellos que les llamamos papás y abuelitos. No nos queda más que cuidarnos, cuidar nuestra salud y a nuestra familia. Besarlos y abrazarlos. Nunca sabes que va a pasar el día de mañana.  Valorar las cosas que realmente valen la pena.  Y sin duda alguna, rezar mucho para que esta pandemia acabe lo más pronto posible y  orar para que las personas enfermas salgan adelante”.

El cocido que no ha podido ser

Publicado el 10 Junio 2020 en la categoría General | 5 Comentarios sin leer

El pasado sábado 23 de mayo hubiéramos compartido el IX Cocido solidario, ¡menudo calor habríamos pasado!

Pero esta fiesta anual no se ha cancelado, sino que la prorrogamos hasta que podamos vernos de nuevo. Igualmente nos acordamos mucho de vosotros y echamos de menos todo lo que hubiéramos compartido.

 

¿Y tú, qué echas de menos del cocido?

 

 

Cuéntanos cuál era tu parte favorita, qué es lo que no te pierdes nunca, por qué vienes tú a cada cocido.

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Mándaselo a todos tus invitados, también: queremos continuar la fiesta, aunque sea de manera digital. Anímate a participar, que tendremos una sorpresa.

Hasta que podamos vernos de nuevo, ¡abrazos digitales!